Se trata de uno de los hallazgos más extraordinarios de la historia de la paleoantropología, pues consiste en casi la totalidad del esqueleto ( solamente faltan los huesos de los pies y casi todos los de las manos) de un individuo inmaduro de cerca de 1,6 millones de años de antigüedad. Fue hallado en 1984 por el equipo liderado por Richard Leakey en la localidad de Nariokotome, en la ribera occidental del lago Turkana en Kenia. De manera general se atribuye a la especie Homo ergaster, que algunos denominan Homo erectus africano.
La edad de la muerte de este ejemplar es motivo de discusión, pero puede situarse, con bastante fiabilidad, en torno a los diez años, lo que explica su apodo. Este fósil constituye una oportunidad única de conocer la forma y tamaño corporales de la especie Homo ergaster. En primer lugar, es importante señalar que las proporciones entre brazos y piernas ya eran plenamente humanas (o sea, como la de los humanos actuales), siendo ésta la primera especie de nuestro linaje en presentar esa característica. Por otra parte, se ha podido estimar con bastante precisión su estatura, de alrededor de 1,60 m, con un peso corporal cercano a 45 kg. De haber completado su desarrollo, el niño del lago Turkana podría haber rebasado los 1,80 m de estatura.
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